Best Recipes Ever Just another WordPress site

agosto 31, 2008

24 Septiembre D

Filed under: Acción & Reacción,Eventos,Personal — admin @ 12:06 pm

24 Septiembre Día Internacional contra Patentes Software]]>

Hans Reiser condenado a 15 a

Filed under: Personal — admin @ 11:53 am

Hans Reiser le conocí en una campus party en la que coincidimos y pasamos algunas veladas junto con otros hackers memorables. No era un hombre de muchas palabras pero tenía suficiente sentido del humor para entender mis bromas. Una pena que su vida acabe tan lamentablemente.]]>

agosto 28, 2008

A veces es bueno sentarse, respirar, recordar y disfrutar de todo lo que uno ha vivido

Filed under: Personal — admin @ 10:18 pm

agosto 27, 2008

Como crear una imagen 3D a partir de la misma foto con y sin flash

Filed under: Hacks,Personal — admin @ 9:19 pm

un vídeo con la explicación y algunas demos explicando como crear una imagen 3D de una foto normal y la misma foto con flash.]]>

tracemonkey: mejorando la velocidad de firefox 3.1

Filed under: Hacks,Personal — admin @ 9:13 am

de mejorar espectacularmente la velocidad de ejecución de aplicaciones en firefox, antes se ponen en ello. Se pueden seguir los resultados de las mejoras en el rendimiento de firefox en la página de tracemonkey.]]>

agosto 26, 2008

Buscando una plataforma de desarrollo para m

Filed under: Hacks,Nokia N95,Personal,Proyectos — admin @ 11:26 am

agosto 22, 2008

Esta es la foto que buscaba ;-)

Filed under: Campus Party 2005,Personal — admin @ 9:18 pm

]]>

V

Filed under: Eventos,Personal — admin @ 3:44 am

Botijo Gigante de Karla. En Aragon Digital y terra están algunas de las noticias de la inauguración. Para los que no están sometidos a los estandares forzados de Microsoft este es el vídeo de la inaguración en la que por supuesto aparece el botijo gigante de karla!!]]>

agosto 19, 2008

Filed under: Personal — admin @ 2:08 pm

Ons' Lieve Heer op Solder

Filed under: Personal,procrastination — admin @ 12:11 pm

nuestro Señor en la buhardilla, es uno de los museos que merece la pena visitar cuando se visita Amsterdam y se está en la zona del amstelkring.  Tuvimos la suerte de visitarlo con Diego Sanchez Bustamente el que es el mejor cicerón que hemos tenido karla y yo en mucho tiempo. No solo nos hizó una introducción maravillosa sino que el recorrido por el interior fué completamente memorable. El museo está compuesto por 3 edificios en los que se construyó una iglesia en la buhardilla. Un pedazo de iglesia en los tiempos en los que la fé católica estaba perseguida por los calvinistas. En la entrada de la wikipedia cuentan muchos más detalles y en este enlace esta la pagina oficina del museo  Ons’ Lieve Heer op Solder para que veaís algunas fotos y os hagáis una idea. Lamentablemente la copia que tengo de las fotos en un dvd no funciona bien pero Karla tiene una copia de seguridad. Diego nos leyó un mágnifico relato que había escrito ambientado en nuestro señor en la buhardilla y quiero compartilo con vosotros. No solo me gustó mucho si no que contribuyo, además, a crear un ambiente mágico durante la visita. Me gustaría compartirlo con vosotros y lo voy a añadir a continuación: Nuestro Señor en la buhardilla Pablo conoció a Ivana, a Guillermo y a Dolores en el Reiger, el único café-restaurante del pueblo, a la hora del almuerzo. Apenas si había un sitio libre. Tras vacilar un par de minutos con el tazón de sopa en una mano y el bocadillo en la otra , vio Pablo una silla vacía en la mesa del fondo en la que tres jóvenes de su misma edad comían con ganas. – ¿Puedo sentarme? Preguntó en su titubeante holandés Guillermo dejó sobre la mesa la cerveza que acababa de llevarse a los labios, volvió la cabeza, sonrió, señaló la silla vacía con su mano izquierda y dijo simplemente: – ¡Prueba! Pablo colocó su almuerzo en el hueco libre de la mesa, volvió al mostrador a buscar el vaso de leche agria y balbuceó: – Soy Pablo. Los tres jóvenes sonrieron, se presentaron y de pronto sintieron los cuatro la sensación de vivir uno de aquellos viejos chistes que comenzaban: «Iban en un tren francés un pasajero inglés, un ruso un chino y un polaco…» Efectivamente, Pablo, español, compartía mesa con la serbia Ivana, la mexicana Dolores y el checo-alemán Guillermo que, en realidad, se llamaba Wilhem. Así que,comentó, somos todos extranjeros. -Según se mire respondió Ivana. -Tú, sin duda lo eres; nosotros hemos nacido los tres en Holanda, aunque mis padres son serbios, los de Dolores mexicanos y, en cuanto a Guillermo, checo el padre y alemana la madre. Hizo un gesto teatral Ivana fingiendo no quería se supiera lo que iba a decir y añadió: «¡es judío! Todos rieron de buena gana y Pablo, terminada la sopa, la leche agria y el bocata, sintió una profunda sensación de cosmopolitismo y se levantó con desgana. Tenía la impresión de que no volvería a ver a esos tres jóvenes que tan bien le caían pero su dificultad con el idioma y una cierta timidez le impidieron preguntar si podrían encontrarse de nuevo. Sentía una extraña mezcla de proximidad y lejanía a ese grupo que parecía tan bien avenido. Farfulló una despedida pero Dolores le interrumpió: ¿conoces Amsterdam? -Mmm..¡no! respondió Pablo. – Apenas conozco otra cosa de Holanda que el pueblo -¿qué haces aquí? -Cuido a una anciana  que, a cambio, me da cama, desayuno y cena; estudio el idioma y calculo que, en unos seis meses, podré iniciar la recogida de material para mi Tesis. -Nosotros vamos mañana. ¿Nos acompañas? A Pablo le pareció magnífica la idea. -Estupendo. Precisamente mañana viene a pasar el día la hija de la anciana.Estoy libre hasta la noche. ¿Teneis coche? -No; vamos en autobús hasta Rotterdam y allí cogeremos el tren. Pablo apenas si pudo conciliar el sueño de pura excitación; ¡Amsterdam!. A las ocho en punto del día siguiente llegaron los cuatro, casi al mismo tiempo, a la parada del autobús. A las ocho y cuarto arrancaban en dirección a Rotterdam y minutos antes de las diez se bajaban del tren, charlando animadamente, en la Estación Central de Amsterdam. -¿Qué plan tenemos? Preguntó con excitación contenida Pablo.  Los tres amigos hablaban casi a la vez; Pablo consiguió entender que darían un paseo hasta el Dam, meca permanente de los hippies, tomarían un café en el Krasnapolsky, visitarían rápidamente la exposición de fotos en la Iglesia Nueva, atravesarían luego el barrio rojo (¡los famosos escaparates que no exhiben joyas ni tejidos, sino putas!), rodearían la Iglesia Vieja y, llegados al Oude Zijdse Voorburgwal, visitarían el museo Amstel Kring – Amstel ¿qué? preguntó Pablo. -Amstel Kring, llamado también «Nuestro Señor en la Buhardilla» respondió Guillermo. -¿como? Insistió Pablo. Los tres se rieron. -Viene de la época en que los católicos eran perseguidos aclaró Ivana. -Es una casa burguesa del XVII; mejor dicho, dos casas unidas. En la buhardilla queda la única iglesia de las muchas que se ocultaron de ese modo en el pasado a la inquina protestante. Llegaron a la puerta, pagaron (precio de estudiante) y se adentraron por los laberintos de pasillos, escaleras, salones, corredores, hasta que, para asombro de Pablo, entraron en la iglesia. ¡No era lo que había imaginado! En lugar de la capillita en que pensaba, se encontraban en una iglesia hecha y derecha: larga nave, vidrieras, ¡tres pisos!, órgano, sacristía, confesionarios… Durante largo rato escudriñaron cada rincón, admiraron casullas y ornamentos en sus vitrinas,descendiendo luego por escaleras distintas Al cabo de un rato Pablo, separado del grupo, empezó a sentir claustrofobia; giraba, subía,bajaba…en alguna ocasión le pareció oír la voz de Ivana que cuchicheaba: «creo que es por aquí! Arrebolado y sudoroso llegó a una puerta metálica, cubierta de orín, cerrada con un grueso cerrojo: Forcejeó con el hierro enmohecido, consiguió descorrerlo y, con dificultad, logró abrir una rendija por la que se escurrió hasta la calle húmeda, por dos escalones de piedra. Respiró aliviado, hondamente, varias veces. Comprobó que había llegado a un callejón lateral; lo recorrió hasta el final, torció a la derecha y, a unos veinte metros, llegó a la puerta de entrada. Se sentó en el penúltimo escalón a esperar a sus tres compañeros. A las cinco y medi en punto oyó sonar una sirena en el interior del edificio y por las escaleras bajaron unos cuantos visitantes. Tras unos minutos subió a zancadas los diez escalones y se dirigió a una mujer que se aprestaba a salir. No; le dijo, respondiendo a su pregunta. No queda nadie. Los vigilantes recorrieron ya el edificio, como de costumbre y yo acabo de activar los sensores de volumen. El museo está vacío. Pablo se desconcertó pero pensó que sus conocidos habían salido antes y, tras esperarle un rato, se habían marchado. Recorrió a pie el camino de vuelta a la Estación Central y, en Rotterdam, cogió casi por los pelos el último autobús hacia su pueblo. Al día siguiente, a la hora del almuerzo, se dirigió al café y preguntó por sus tres compañeros de la víspera. Sí, la camarera los recordaba, eran clientes habituales; y también a él: como olvidarlo, rió la joven; ¡un extranjero que bebe leche agria! Entretanto Ivana, Dolores y Guillermo recorrían una y otra vez pasillos, escaleras y salones. Se dieron cuanta de que llevaban mucho tiempo allí: a Guillermo le apuntaba la barba y a Ivana le vino la regla. Llevaban, pues, más de dos días dando vueltas, pero no estaban cansados ni asustados. Algo desconcertados, sí, seguían buscando tranquilamente la salida. Aún hoy, años después, hay visitantes del Amstelkring que aseguran haber notado algo extraño. Encontrándose a solas en uno de los salones han creído percibir movimientos, roces suaves y, en ocasiones, oído cuchicheos que dicen, con claridad :»creo que es por aquí» Diegodiéguez

 
]]>

Older Posts »

Powered by WordPress